17 agosto 2011

El nacimiento


Como en todo nacimiento empiza con una carga en nosotros, esfuerzo para sacarla, un alivio cuando ocurre y una recompensa por lo hecho. En mi caso no es algo tan físico, pero espero podáis entender la comparación.

El caso es que hoy he ido a mi empresa, llevaba un tiempo de baja por problemas en la espalda derivados del gran esfuerzo que suponía mi labor. Me toco presentarme ante mi jefa y explicarle la situación. Imagináos, tal y como están las cosas en España yo me presento en mi trabajo para decir que quiero dejarlo para hacer algo de lo que ni yo estoy seguro que vaya a salir bien, pero bueno, quien persiga sueños corre riesgos. Lo bueno es que hablar con ella fue fácil (como siempre, he de añadir). Luego, de camino a la salida de la empresa para volver a casa me encontré con varios compañeros, claro está, se los conté. Todos me desearon lo mejor, algunos me expresaban su envidia (sana según ellos, jejeje) y otros me decían que estaba algo loco (nada nuevo) pero todos me desearon lo mejor.

Luego, en privado, algunos de los compañeros más cercanos querían preguntarme el porqué, porqué dejar un trabajo seguro para irme taaaan lejos. En ese momento salió la pequeña parte de filósofo que todos tenemos dentro y dije:

"El mundo está lleno de oportunidades y sueños perdidos, ha llegado el momento de equilibrar la balanza. Sé que la felicidad está dentro de uno pero, mientras la busco, será más divertido si estoy en Corea, ¿no crees?".

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